Tribunas
02/09/2024
Homosexualidad: ¿Repensar qué?
Ernesto Juliá
Una vez más, y en esta ocasión, en torno a posibles consideraciones que podrían ser estudiadas en las reuniones “sinodales” del próximo Sínodo, ha surgido el tema de la homosexualidad.
Maurizio Chiodi -sacerdote de la diócesis italiana de Bérgamo, miembro de pleno derecho de la Academia Pontificia para la Vida desde 2017 y, desde 2019, profesor de teología moral en el Pontificio Instituto Teológico de Estudios del Matrimonio y la Familia Juan Pablo II en Roma-, forma parte del Grupo 9, que estudiará en el Sínodo los ‘Criterios teológicos y metodologías sinodales para el discernimiento compartido de cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas’.
En una entrevista reciente ha hecho entre otras las siguientes declaraciones:
“Hoy necesitamos repensar las consideraciones éticas tradicionales –e incomprensibles para nuestro tiempo- sobre la homosexualidad. Si en el pasado hablábamos de la homosexualidad como “contra naturam”, hoy debemos preguntarnos: ¿Qué significa “natura”? Esta palabra latina tiene muchos significados –muy diferentes-, especialmente el significado de universalidad, y debemos reconocer que la universalidad es necesaria para el conocimiento moral”.
“No creo que debamos descartar nuestra tradición, pero sí debemos repensarla y reformularla, a partir de la Biblia, en diálogo con los cristianos para escuchar sus experiencias. El objetivo de este difícil proceso, con sus inevitables tensiones, es encontrar el bien de Dios para nuestra humanidad, hoy, en este tiempo”
“La teología debe esforzarse por proponer un nuevo estilo –o un “cambio de modelo”- para pensar ética y teológicamente hoy, tanto en bioética como en algunas cuestiones de moralidad sexual”.
Recojo a continuación los tres números del Catecismo de la Iglesia Católica que manifiestan con mucha claridad esas “consideraciones éticas tradicionales” que Chiodi propone “repensar”.
2357. “La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”.
2358. “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”.
2359. “Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”.
Estos párrafos son muy explícitos, recogen las enseñanzas de la Biblia, son claros, están llenos de caridad, y son muy comprensivos y cercanos a las dificultades que puedan tener los hombres y mujeres con esas tendencias para vivir la castidad como la Iglesia nos invita a vivir a todos los cristianos, a todos los hombres, en nuestro deseo de seguir las enseñanzas de Cristo que son y lo serán siempre Palabras de vida eterna. Palabras que han sido incomprensibles para tiempos pasados, pensemos en el Imperio romano (cfr. Rm 1, 23-31), como pueden ser incomprensibles para nuestro tiempo.
¿Qué hay que repensar? Si acaso, el comienzo del párrafo 2359. Quizá hubiera sido mejor decir: “Las personas con tendencias homosexuales están llamadas a la castidad”. Durante un buen número de años han buscado en el ADN humano algún gen especial de la homosexualidad: no lo han encontrado. Las tendencias homosexuales que puedan surgir son el resultado de traumas sin resolver que conducen a una confusión de género, como reconocen un número cada vez mayor de psiquiatras que tratan estos temas. Y las personas que las viven en algún momento de su vida pueden cambiar, y vivir la castidad como cualquier otro fiel cristiano.
“Cuando se curen las heridas y las necesidades insatisfechas se cumplan, se experimentará la identificación de género y aparecerá el deseo heterosexual”, es la confesión sincera de un hombre, que vivió algún tiempo como homosexual, y que hoy es padre de cuatro hijos y hondamente enamorado de su esposa.
Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com