Tribunas
17/01/2025
Feliz en la tierra y... feliz en el Cielo
Alberto García Chavida
Feliz en la tierra y... feliz en el Cielo
No es nada fácil encontrar la felicidad. Y sino que se lo pregunten a los voluntarios que trabajan en el Teléfono de la Esperanza. Hay muchos factores políticos, económicos y sociales que condicionan la libertad en nuestro mundo. Entre otras cosas, la invasión de las nuevas tecnologías. El otro día, me comentaba un buen amigo mío: “es agotador el teletrabajo en solitario, pasarse el día entero sentado en pijama delante del ordenador”.
Pero la infelicidad no es algo exclusivo de nuestro tiempo. Ya Abderramán III, Califa de Córdoba, escribía: “He reinado más de 50 años, en victoria o paz. Amado por mis súbditos, temido por mis enemigos y respetado por mis aliados. Riquezas y honores, poder y placeres, aguardaron mi llamada para acudir de inmediato. No existe terrena bendición que me haya sido esquiva. En esta situación he anotado diligentemente los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: suman catorce”. Y concluía: “Hombre, no cifres tus anhelos en el mundo terreno”.
La felicidad consiste en una mezcla de alegrías y tristezas, de luces y sombras, pero siempre perfumadas con el aroma del amor. La felicidad nunca es un regalo, hay que conquistarla y trabajarla con ilusión.
El elemento más importante en la felicidad son las relaciones humanas, porque la felicidad es el resultado del encuentro con los demás. Y, muy importante, es el encuentro con Dios.
Raúl, chico de 18 años, murciano, estudiante de un Grado Superior en Paisajismo y Medio Rural ofrece un testimonio valioso, lleno de desparpajo, de lo que supuso en su vida encontrarse con Dios: “comprendí que la felicidad no consiste en evitar las dificultades de la vida sino en aprender a abrazarlas con esperanza”.
No hay que esperar grandes acontecimientos, ni que todo suceda a tu gusto, y, continúa el inigualable Raúl: “descubrí que en cada pequeño detalle del día a día –como una sonrisa, una mirada, un gesto de amor o incluso una lágrima-, se esconde la presencia de Dios. Su plan es perfecto, aunque a veces no lo entienda o me sienta perdido. El nunca se aparta de mi lado”.
La frase que marcó su vida: “Sé feliz en la tierra para ser feliz en el cielo” también puede servirnos a nosotros, cuando el pesimismo se insinúa, y la tristeza intenta adueñarse de nuestro interior. Y esto a cualquier edad. Si eres joven, por el futuro que te aguarda. Si eres mayor, por las realidades del pasado, también los sufrimientos soportados.