Tribunas

Pues sí, hemos cumplido 60 años del Vaticano II

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Apertura solemne del Concilio Vaticano II:
11 de octubre de 1962.

 

 

 

 

El pasado día de la Inmaculada se cumplieron sesenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. Quizá por eso de que estamos en pleno “sprint” final del Jubileo, da la impresión de que, salvo notables excepciones, esta efeméride ha pasado demasiado inadvertida.

Si no mal recuerdo, se han publicado una especie de guías divulgativas o catequéticas, que no es lo mismo, de los documentos del Vaticano II, no sé si en el contexto de algo que tenga que ver con la sinodalidad o no.

La verdad es que vivimos en las diócesis en tal cúmulo de proyectos, propuestas, asambleas diocesanas de sacerdotes, sacerdotes laicizados, laicos asacerdotados, prelaicos, postlaicos, catecúmenos, jubileos, asambleas postsinodales de la sinodalidad sinodalizada, que uno ha perdido ya la cuenta.

¿Podremos en algún momento estar instalados en el tiempo de la Iglesia misma, de la Iglesia sin adjetivos de un hacer que va desde lo post-constitutivo a lo deconstructivo?

Sé también que la BAC está haciendo un esfuerzo de una edición de comentarios a los documentos del Vaticano II. Mi interés de lectura, no de vistazo de los índices, ahí se quedó en el primer tomo.

Como estamos en un tiempo nuevo, el pontificado del Papa León lo es, vamos a ver cómo se configura esta época en relación con el Concilio Vaticano II. Prefiero no hacer balance aún de lo que había supuesto el pontificado anterior en este sentido. Esa percepción también de que la dinámica de la sinodalidad vendría a ser un proceso superador, por no decir suplantador, del Vaticano II está ahí y no sé si para quedarse o no.

Nos encontramos en una curiosa situación en la que, para llanto y lamento, al menos por estas latitudes, emerge con renovada fuerza el movimiento tridentino, es decir, las concepciones de Iglesia que no se han despegado aún de Trento. Y no me refiero sólo a las litúrgicas.

Tampoco estamos lejos de quienes dicen estar ya en el Vaticano III, al que por cierto el Papa Francisco nunca le dio cancha. No es infrecuente, como por ejemplo con este frenazo que le han dado al diaconado femenino, leer titulares que hablan de un Vaticano III con una agenda de propuestas más culturales que doctrinales.

Por eso es oportuno volver a quien pensó, incluso como protagonista que fue, el Concilio Vaticano II desde el Concilio Vaticano II. Me refiero a Joseph Ratzinger. No es éste un mal tiempo para leer sus escritos sobre el Vaticano II. Ahí están sus tomos de las Obras Completas, también en español.

Escribió Joseph Ratzinger, en la conferencia con motivo del 60 aniversario de la ordenación sacerdotal del cardenal Josef Frings, en un texto extraordinario, que “el hecho de que la pluralidad se haya convertido en formación de facciones sigue siendo un proceso lamentable. Que la visión de la unidad abarcante de la Iglesia no solo se haya perdido en el sentido espacial sino también temporal y que la comprensión del momento, la visón del propio grupo, cuenten más que las experiencias espirituales fundamentales de la Iglesia a través de los siglos, no representa ningún signo de apertura, sino, por el contrario, el proceso de encerramiento de los diferentes grupos en lo propio, unos contra otros”.

 

 

José Francisco Serrano Oceja