ERE Telefónica y final de la propulsión para la economía cohete
Miguel del Río | 07.12.2025
¿Puede una multinacional española, participada mayoritariamente por el Estado, presentar un ERE para más de 5.000 trabajadores? Puede, sí. Pero es muy mal ejemplo, y peor señal para la economía, a la que se presenta de manera que no va tan bien como se mantiene. Da igualmente mala imagen de prosperidad la prejubilación de empleados con 56 años o menos. Y no digamos lo que, actuaciones así, debilitan aún más un Sistema Nacional de Pensiones, que hoy necesita de concluir la vida laboral e incluso ampliarla, si es deseo del trabajador. Por eso es tan necesario el ejemplo estatal en lo concerniente a la buena economía, que en este caso que relato no se da.
Busco en la hemeroteca esta frase: “la economía va como un cohete”. En España se volvió mediática el 16 de mayo de 2024. El Gobierno podría haber elegido otras expresiones, tal como “el país está económicamente fuerte”, incluso “boom económico”, pero se decantó por el cohete espacial (fidelidad a la exageración nacional), por la vertiginosa velocidad que alcanza tras el despegue inicial. De mitad del pasado año, a este 2025, a punto de concluir, tampoco es que haya transcurrido tanto tiempo. Y saco a colación los pocos meses y días desde aquella primavera de 2024 porque, de repente, nos encontramos con esta noticia: “Telefónica propone un ERE para 5.319 trabajadores de las tres filiales principales y Movistar Plus+”.
Va a resultar que Blaise Pascal (1623-1662), fue muchas cosas, pero me interesa su pensamiento filosófico, llevaba razón cuando dijo aquello de que “Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la falta de contradicción es indicio de verdad”. Sin polemizar con Pascal, voy a tratar de aclarar que decir una cosa y hacer otra es engaño, y quien sigue por este camino es porque se acostumbra a la mentira en su forma habitual de hacer y explicar las cosas.
Resulta que, como accionistas principales de Telefónico, aparecen el Gobierno de España (SEPI), con un 10 %, CriteriaCaixa, cercana al 10%, Saudi Telecom, 9,99 %, BBVA, 4,839, BlackRock (multinacional inversora estadounidense), con el 4,290 y autocartera (la propia empresa), el 0,493 %. Y es aquí cuando llega el dilema fundamental: ¿Cómo un Gobierno, accionista mayoritario con el dinero de todos los españoles, 2.285 millones, permite algo semejante? No es que lo vea yo así, de tener en cuenta que del propio Ministerio de Trabajo y Economía Social (quédense con esto último de social), en manos de Sumar, ha salido el término de “indecente”, adjetivo apoyado precisamente en mi tesis de que el diez por ciento de la propiedad de esta multinacional lo representa el Estado, primer garante que debe ser del mantenimiento de puestos de trabajo, y no cargar al sistema público-social con más prejubilaciones, que ponen en riesgo en el tiempo a las propias pensiones.
Por razones que voy a explicar a continuación, nunca he comulgado con emparejar lo que es y hace un cohete con la economía española. No, porque somos un país que lleva 3 años seguidos (la legislatura son 4) sin Presupuestos Generales del Estado. No, porque cuando la pobreza en las familias se dispara, y sus miembros no alcanzan muchos meses ni para la necesaria cesta de la compra, malo de verdad. No, porque los jóvenes no pueden independizarse con lo que ganan y la precariedad de sus contratos. No, porque si no tienes para alquilar un piso, y no digamos solicitar una hipoteca bancaria, como antes padres y abuelos, entonces, ¿de qué riqueza y prosperidad o cohete estamos hablando? Enumeraría más noes, pero elijo uno que duele igual o más que los anteriores. Quiero hablar de un concepto nuevo que se oculta por intereses de lo más diverso: el trabajador pobre. Resulta que, estando empleado, con el altísimo coste de la vida en España, con lo que ganas, no te da absolutamente para nada, y vives pobremente, con muchas estrecheces.
Hay conocidos que me rebaten con esta situación: “¡Oye, pero todos los restaurantes están llenos, llamas a cualquiera y no hay mesa!”. Nada que objetar al hecho, pero ¿quiénes hacen esas reservas cada semana?, pues los españoles, que también hay muchos, con suficiente poder adquisitivo para no objetar nada por lo que le cobran por unos disparados precios de huevos, plátanos o limones. Siguen su vida con normalidad, algo que no pueden hacer 9,5 millones de compatriotas que, según el Instituto Nacional de Estadística, están en situación de pobreza relativa, más los 4 millones ubicados en la pobreza severa.
Sí, ante estas situaciones y otras que seguramente me dejaré, resulta indecente que una multinacional, con propiedad mayoritaria del Estado, presente un ERE, nada más y nada menos, que a 5.319 de sus trabajadores. Ya sabemos que cuando ocurre algo semejante, y tras acuerdos sindicales, la cifra puede bajar, se consiguen buenas o justas indemnizaciones, hay muchas prejubilaciones, y también puede que recolocaciones en otras filiales de la empresa en cuestión. Pero así no actúa una economía que vaya bien. Y es también preocupante la edad pretendida para dejar de trabajar, cuando nuestra Seguridad Social impulsa la prolongación de la vida laboral, por el bien de todos, pero sobre todo del sistema de pensiones En el ERE planteado por Telefónica, se ofrece salir a los nacidos entre 1969 (56 años) y 1.971 (54 años). ¡Qué barbaridad!
Por cierto, como la cifra de la que vengo hablando supera el número 5.000, voy a terminar con otra noticia de la que muchos nos hemos hecho eco, y que dice que Telefónica se queda con los derechos de emisión del futbol español para cinco temporadas, mediante un contrato que llega a los 5.250 millones de euros. Otro disparate, de una empresa cuyo accionista principal es el Estado Español, representado por el actual Gobierno. Ambos están para proteger nuestros derechos, entre ellos el del trabajo. Y no se hace.
Miguel del Río